Autor: susana

  • Las relaciones en las redes sociales

    El uso de las redes sociales en estos últimos años ha resultado una revolución tecnológica. Ya prácticamente todo lo podemos conseguir por internet, casi siempre a través de una aplicación tenemos el producto que buscamos, y nos lo traen a casa, sin esfuerzo. También a nivel laboral hemos adaptado nuestra logística haciendo cada vez más las reuniones y encuentros en línea. Hasta la pareja la podemos encontrar por aplicaciones! (y que conste que no tengo nada en contra de esta modalidad, de la que en algún momento haré un post en la web).

    Está claro que las redes nos aportan unos beneficios y una serie de ventajas que nos permiten optimizar nuestro tiempo y acceder a muchos recursos sin movernos de casa, de forma cómoda. También las redes nos ofrecen visibilidad y una gran ventana al mundo.

    Ahora bien, ¿todo se puede conseguir en las redes sociales?

    Esta pregunta me lleva a pensar que hay cosas en las que inevitablemente hemos perdido. Una de ellas es en cómo gestionamos y alimentamos las relaciones interpersonales. Las relaciones humanas sí que requieren de esfuerzo, de cultivo, de cuidarlas, de quedar físicamente con esa persona. Si reducimos las relaciones sociales a una pantalla o a unos pocos mensajes de texto con emoticonos o unos «likes», nos estamos equivocando, y aún más estamos perdiendo la esencia del contacto y la conexión, tan importantes para nuestra salud y equilibrio emocional.

    En estos días he visto el capítulo de una serie que me hizo reflexionar sobre este post que os envío, os invito a que lo veáis también. Hasta que punto ¿sólo somos válidos si estamos en redes o somos populares? En qué momento ¿es más importante un me gusta de un desconocido que hacer un café o comer, ir al cine, charlar de forma sincera con un amig@?.

    El contacto humano es una de las necesidades básicas que tenemos las personas, y estudios científicos revelan que es insustituible, y que el hecho de no contar con él nos trae consecuencias en nuestro bienestar psicológico.

    Black mirror-Caída en picado

  • Disfrutar de las vacaciones con los hijos

    Se acercan las vacaciones y muchas familias viven este momento desde el estrés, ya que el tiempo libre de nuestros hij@s comporta a veces la sensación y requerimiento de tener que llenar sus agendas de más actividades.

    La época escolar nos aporta una rutina que en cierta medida nos ofrece estructura y estabilidad. En el período de vacaciones perdemos en parte esta rutina y podemos caer en la sensación de caos, y aún más importante, ¡de no estar disfrutando de las vacaciones en familia con los hijos!

    Es importante en la época estival poder tener presente algunas recomendaciones que van a hacer que el tiempo compartido con los hijos sea de calidad.

    • Toda la familia está de vacaciones: No hay que olvidar que toda la familia está en su tiempo de descanso, no sólo los pequeños!. En este sentido es importante no hacer de dinamizadores a tiempo completo de los hijos y que nuestro objetivo sea sólo que ellos se lo pasen bien.
    • Actividades pensadas para todos: Hay que combinar el realizar actividades pensadas para el disfrute de toda la familia, no sólo de los hijos. Es bueno planificarlas mínimamente, para que ellos ya cuenten con qué se hará en cada espacio.
    • Mínima rutina: Aunque estemos de vacaciones hay que fomentar una mínima rutina en el día, para contra restar la sensación de caos y de pérdida de control. Por ejemplo hora de levantarse, a qué hora comemos, tiempo de descanso, etc. En esta mínima rutina, y en función de la edad de los hijos, es importante también establecer un tiempo de estudio o por ejemplo de lectura de interés de los pequeños.
    • Tiempo de calidad: El tiempo de vacaciones nos permite conocer aún mejor a nuestros hijos, ya que estamos compartiendo con ellos un tiempo distinto y más distendido, que nos da la oportunidad de saber más cómo son. Hay que aprovechar en este sentido poder escucharles, fomentar conversaciones de temas diferentes de su interés.

    Y por último, no hay que olvidar que las vacaciones en familia nos permiten fortalecer los vínculos afectivos, y cohesionar más el sistema familiar y la unión de éste.

    Así que ¡a disfrutar de las vacaciones con estas recomendaciones!

  • El rasgo de la alta sensibilidad

    Se habla mucho en redes, – y ya se ha vuelto un término casi coloquial -, comentar y generalizar sobre las personas altamente sensibles (PAS); de cómo son y actúan, de cómo se comportan y también cómo sienten.

    A menudo se equipara el rasgo de la sensibilidad como sinónimo de debilidad o fragilidad. ¡Gran error!

    La alta sensibilidad es un rasgo de personalidad, que lo posee alrededor de un 20 por ciento de la población. Si bien déjame decirte que cómo rasgo que es, éste actúa, se muestra y cursa de forma distinta en función de cada persona y de las características individuales de la misma. Por tanto no hay dos personas PAS iguales y hay que intentar huir de los tópicos o de pensar que todas las personas altamente sensibles son idénticas.

    El denominador común de la alta sensibilidad es el nivel de profundidad respecto a cómo se viven y sienten las cosas que nos acontecen. En este caso el sistema nervioso, responsable de captar todas las señales tanto exteriores como interiores a través de nuestros sentidos, es mucho más sensitivo y está más activado que en cualquier otra persona. En este sentido las PAS captan mucho mayor número de estímulos, aspecto que las puede llegar a sobrecargar o saturar sino aprende bien a canalizarlos.

    Para las PAS el gran aliado es el autoconocimiento y poder hacer una buena gestión de las emociones e intensidad que sienten a través de ellas. Las emociones para las PAS serán grandes aliadas (y un Don como dice la autora) siempre que aprendan bien a conocerlas y a no quedar superadas e inundadas por la intensidad de las mismas.

    Os dejo una lectura interesante El Don de la sensibilidad de la autora Elaine Aron, psicóloga y PAS, para aquéll@s que queráis profundizar en las características de este rasgo.

    Empieza tu proceso, ¡No lo detengas!

  • Tomar el lugar en la familia

    Para poder crecer en el suficiente equilibrio y dentro de un marco de bienestar emocional hemos de poder ocupar el lugar natural que nos pertenece dentro de nuestra familia: ya sea el de padre, madre, hijo, hermano, pareja.

    En ocasiones por diferentes motivos ese lugar no se nos reconoce, o se nos usurpa, por tanto hemos de ocupar otros lugares y desarrollar otros roles que no son los inherentes a nuestro lugar natural.

    Es así como observamos dentro de los órdenes de la familia que en mayor o menor grado algunos hij@s desarrollan el papel de cuidadores, confidentes, chivos expiatorios, depositarios de las frustraciones de sus progenitores, parentificados como pareja de uno de los padres en contra del otro progenitor, cargadores de legados familiares dolorosos, y un largo etc.

    Los hijos siempre querrán ser amados y reconocidos por sus padres y madres, y si para ello han de desarrollar papeles o funciones fuera del lugar natural que les corresponde, lo harán sin ningún género de dudas, ya que la interpretación inconsciente que realizan es que si son amados desde el desarrollo de otro rol ése es el que realmente les pertenece y no dudarán en adquirirlo y desempeñarlo., ni se plantearán si es su rol y lugar natural.

    A terapia acuden personas que en su adultez sienten vacíos, insatisfacciones, inseguridades diversas, soledad, problemas de salud mental, historias de pareja fallidas, etc. Explorando en sus historias familiares de origen se puede hilar cómo no les fue en parte permitido ocupar el lugar natural como miembro de la familia, ya que les fue asignado otro papel que no les pertenecía.

    • Os dejo una lectura interesante y que ayuda a entender la importancia de los «órdenes del amor» de Bert Hellinger dentro de los sistemas familiares.

    Empieza tu proceso, no lo detengas!

  • ¿Estoy sanando el duelo?

    Se estima que los procesos de duelo se han de poder realizar en un término entre uno y dos años. Habitualmente si supera los dos años se podrá tipificar como un duelo complicado.

    Cada duelo es distinto y cada persona y sus procesos psicológicos internos también lo son. Asimismo, en función del vínculo que hemos tenido con la persona que se ha ido, podré elaborar mi duelo de una forma más sana o con más dificultades. Por ejemplo en función de ese vínculo me puedo sentir que no puedo seguir sin esa persona ó culpable, responsable, etc.

    Cabe decir que las pérdidas hay que poder transitarlas des de el máximo de conciencia posible y entender que el dolor forma parte del proceso de sanación que requiere la despedida de ese ser querido.

    A veces tenemos la oportunidad de hacer un proceso de despedida con nuestro ser querido en vida, por ejemplo ante enfermedades dónde el diagnóstico nos ayuda a ese cierre, pero sin embargo en otras ocasiones hemos de enfrentarnos a situaciones inesperadas, dónde no ha sido posible decir adiós; por ejemplo accidentes o muertes súbitas. Este tipo de situaciones llevan consigo un sufrimiento añadido, ya que no he tenido la posibilidad de despedirme.

    Si crees que tú sól@ no puedes, busca ayuda profesional, para poder elaborar el duelo y colocar emocionalmente a tu ser querido en un lugar dónde su recuerdo no duela.

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