Se habla mucho en redes, – y ya se ha vuelto un término casi coloquial -, comentar y generalizar sobre las personas altamente sensibles (PAS); de cómo son y actúan, de cómo se comportan y también cómo sienten.
A menudo se equipara el rasgo de la sensibilidad como sinónimo de debilidad o fragilidad. ¡Gran error!
La alta sensibilidad es un rasgo de personalidad, que lo posee alrededor de un 20 por ciento de la población. Si bien déjame decirte que cómo rasgo que es, éste actúa, se muestra y cursa de forma distinta en función de cada persona y de las características individuales de la misma. Por tanto no hay dos personas PAS iguales y hay que intentar huir de los tópicos o de pensar que todas las personas altamente sensibles son idénticas.
El denominador común de la alta sensibilidad es el nivel de profundidad respecto a cómo se viven y sienten las cosas que nos acontecen. En este caso el sistema nervioso, responsable de captar todas las señales tanto exteriores como interiores a través de nuestros sentidos, es mucho más sensitivo y está más activado que en cualquier otra persona. En este sentido las PAS captan mucho mayor número de estímulos, aspecto que las puede llegar a sobrecargar o saturar sino aprende bien a canalizarlos.
Para las PAS el gran aliado es el autoconocimiento y poder hacer una buena gestión de las emociones e intensidad que sienten a través de ellas. Las emociones para las PAS serán grandes aliadas (y un Don como dice la autora) siempre que aprendan bien a conocerlas y a no quedar superadas e inundadas por la intensidad de las mismas.
Os dejo una lectura interesante El Don de la sensibilidad de la autora Elaine Aron, psicóloga y PAS, para aquéll@s que queráis profundizar en las características de este rasgo.